En los estudios primarios rocé la mediocridad, la verdad que tengo que reconocer que me los pasé en la calle, con las amistades, en esos años que pisabas la casa para comer, dormir y sin ningún tipo de obligación excepto de asistir al colegio. Así me fue.
En la adolescencia, decidí hacer bachiller. Decisión unilateral, ya que todo el mundo me aconsejaba hacer la FP. Que por cierto, al final la hice. De San Juan de la Cruz, tengo muy buenos recuerdos, amistades y profesores (buenos y malos: hubo de todos). Por allí pasé sin pena ni gloria. La falta de motivación, pasotismo y ausencia de interés, se apoderó de mí. Ahora tengo claro que es de vital importancia tener un objetivo para poder poner todo el empeño. Terminé mis estudios de bachiller e incluso la selectividad. Mis notas, como siempre lo justo para pasar. Todo por los pelos.
Tras ello, y sin tener claro, qué estudiar, qué hacer, decidí preparar unas oposiciones al ejército de tierra para la Academia General Básica de Suboficiales. Y así lo hice, inicié la preparación. Residí un año en la capital. Y tras un largo proceso de selección, pasando todas y cada una de las pruebas hasta la última, me comunicaron que me dejaban sin plaza. Sinceramente, me alegré. Tampoco tenía muy claro que esa debería de ser mi vida. Y entonces es cuando, acepté el consejo de mi familia. Hacer los estudios de FP. Y allí, se me abrió un mundo que me empezó a parecer apasionante: la economía y las finanzas. Abogo que la educación financiera debe de estar como asignatura en la educación básica.
Un poco tarde, pero tenía claro dónde quería llevar mi vida profesional. Por lo que, decidí estudiar en la Universidad de Murcia la diplomatura de Ciencias Empresariales, pero se me torció. Por un problema familiar tuve que abandonar, eso sí, de manera temporal. Mi espina la tenía clavada, pero después de muchos sacrificios personales y familiares terminé los estudios de Licenciatura de Administración y Dirección de Empresas en una universidad, la UNED, la única dependiente del ministerio y con un nivel de exigencia muy alto. Compaginé trabajo y familia, 10 años de estudios 5 cursos, simultaneando con la Licenciatura de Historia, que al final tuve que aparcarla y, que sin duda, cuando el tiempo me lo permita cursaré las asignaturas que me faltan para terminarla.
La política la empecé a ver desde un punto de vista económico. Fue la economía en general la que me abrió la mente para participar activamente en política. Fue la economía la que me hizo etiquetarme como liberal. Y así me sigo considerando LIBERAL. Puedo asegurar que leí manifiestos, panfletos, decálogos, ensayos de todas las ideologías: de la extrema izquierda hasta la ultra derecha. Y del centrismo y del liberalismo, de momento, no me muevo.
Evidentemente, la gestión de mi pueblo me preocupaba, y a veces me disgustaba, y entonces decidí aportar mi granito de arena. Observé el nacimiento de un nuevo movimiento civil que más tarde fue un movimiento político. Y este me convenció y me afilié, Albert Rivera y Ciudadanos me cautivó. La frescura del mensaje, la claridad de sus palabras, las gentes que lo componían, todo ello hicieron que sitiera la necesidad de participar en ese proyecto. Pero, nunca con la intención de formar parte activa del proyecto a corto plazo. Siempre con la idea de aprender y dar el paso, en el caso de que llegara en un futuro. Siempre lo he dicho. Mis tiempos me los marco yo.
Tras afiliarme, y con vistas de las penúltimas elecciones locales, me propusieron para ser candidato. Buscaban un perfil, conocido, formado y con experiencia profesional. La verdad, no sé que vieron en mí. Pues, después de muchas vueltas al coco y consultas con la almohada decidí que los TIEMPOS LOS MARCO YO y que no era el momento para ser candidato a la alcaldía, pero acepté estar en las listas para ser concejal.
La experiencia fue muy positiva. Tocó estar en la oposición y con esa responsabilidad trabajamos durante cuatro años apasionantes. El trato con personas que no estaba en mi círculo social, los conocimientos y el saber adquirido me hicieron enriquecer en lo personal. Evidentemente, también existen sinsabores. Pero, al final del periodo pones lo bueno y lo malo en la balanza y sopesas las experiencias. Y puedo garantizar que lo positivo vence a los aspectos negativos.
Y ahora, en esta nueva etapa, y ya con más responsabilidad y con delegaciones concretas, al entrar en el equipo de gobierno, tengo la sensación que las experiencias positivas seguirán venciendo a las negativas. Eso espero.